De mínima decencia
A un poema, queridos amigos,
colegas, compatriotas
a un poema, por favor,
no olviden darle un nombre,
como tampoco olviden nombrar a sus hijos.
Ellos, tal como sus textos,
necesitan saber quienés son
y cómo sus amigos, desde la lejanía,
los pueden llamar a jugar
o cómo sus abuelas les gritarán
cuando la comida esté lista.
Nuestros poemas, humildes,
virtuosos o malcriados,
engreídos e idiotas,
no importa la actitud
que tengan frente al mundo,
tienen el derecho a recibir un nombre,
y si es necesario, también,
un entierro digno.
¡Regalen!, queridos contertulios
regalen sonido, ese sonido
que bautizará a sus criaturas,
crianzas, crisantemos, cri cri cri,
como hace el grillo.
Regalen esos sonidos
que los hacen pertenecer al mundo
con el cual los podemos buscar
si están perdidos o los podemos encontrar
si están heridos y los queremos eliminar
por mera misericordia.
Déjenlos inacabados —qué más da—
pero nunca desnudos, sin nombre
no los manden a la fosa común
junto a otros miles de "sin título":
los "NN" de los poemas,
apilados unos sobre otros
sin honor, ni decencia
humillados, maltratados
como restos de vergüenza.
Denle un nombre, aunque sea feo
—si lo quieren poco, o quieren
desquitarse con algún inocente—
pero nombrar es un poder
es el poder de los sin poder
es darle identidad a lo inédito
es apreciar un poco el sudor
ni siquiera el talento
ni tampoco la belleza
es ser agradecido con ese parpadeo
que salió de nosotros sin padre
dejando un espacio libre
en nuestras cabezas, liberándonos
de sí mismo, de manera altruista.
Nombren, ¡titulen sus poemas!
es valorar y subyugar, ¡Y sí!
Eso también se tiene que hacer
así cuando las ideas se traducen
pasan a arrojar sombras coloridas
si las exponemos al sol correcto
y a herir superficies inexpertas
si los expulsamos con la fuerza del dolor.
Ese poema sin nombre
—podrá no ser nadie— y quizás
su único logro, con suerte,
sea besar una oreja desprevenida
pero ¡dale nombre a tu hijo!
para que lo puedas reconocer
cuando estés en tu lecho de muerte
y venga a despedirse de ti,
antes de desaparecer para siempre
antes de eso, dale un nombre
así le podrás reconocer lo aprendido.
Aunque no lo quieras, dale un nombre.
Aunque no quieras, siempre será tuyo.
Aunque no lo quieras, dale un nombre.
Aunque lo niegues, siempre y por siempre
habrá salido de tu vientre.